Alberdi fue uno de los más lúcidos pensadores argentinos, autor de las “Bases y puntos de partida para la organización política de la Confederación Argentina”, que se tuvo particularmente en cuenta al sancionarse la Constitución Nacional de 1853. Resulta
curioso, sin embargo, saber que Alberdi nunca ejerció la profesión de letrado en nuestro país.
Aunque vivió gran parte de su vida fuera de la Argentina, dejó grandes lecciones de civismo y jurisprudencia, además de ser un acérrimo defensor de la paz y el sistema republicano. Diseñó con sus ideas un modelo de país sobre el respeto de los derechos individuales, principios que fueron tenidos en cuenta para la cimentación del país en que hoy habitamos.
Diseñó la arquitectura constitucional de la República y exaltó la armonía entre las naciones. Y dejó a los abogados la mejor de las lecciones: defendió la paz y el sistema republicano, aún al costo de sufrir en carne propia el destierro y las persecuciones.
Decálogo del Abogado
Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás
cada día un poco menos abogado.
Piensa.
El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
Trabaja.
La abogacía es una ardua fatiga pues está al servicio de la justicia.
Lucha. Tu
deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el
derecho con la justicia, lucha siempre por la justicia.
Se leal.
Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es
indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo.
Leal para con el juez, que ignora los hechos y debes confiar en lo que tú le
dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que
tú le invocas.”
Tolera.
Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la
tuya.
Ten
paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
Ten fe.
Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en
la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustituto
bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no
hay Derecho, justicia, ni paz.
Olvida.
La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu
alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido
el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
Ama a tu
profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu
hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti, proponerle
que se haga abogado.