Si
bien no todas las amenazas naturales generan consecuencias
devastadoras, una combinación de factores naturales, culturales,
sociales y políticos contribuyen a que
se originen desastres.
Durante los últimos 20 años, más de 1,35 millones de personas han
perdido la vida como resultado de la vulnerabilidad y la exposición
a amenazas naturales, en especial mujeres y niñas.
Además,
más de 4000 millones de personas han tenido que desplazarse y se han
quedado sin hogar, o han resultado heridas, lesionadas, o han tenido
que recurrir a algún tipo de ayuda de emergencia. La mayoría de
muertes a causa de desastres naturales se deben a eventos
meteorológicos en especial, inundaciones, tormentas y olas de calor,
y han duplicando sus cifras durante los últimos 40 años.
Otra
parte importante se da por eventos geofísicos extremos, en especial
terremotos, pero también tsunamis y erupciones volcánicas.
Los
desastres naturales son inevitables, pero los daños que estos causan
pueden minimizarse; en cambio, la vulnerabilidad social, económica y
ambiental pueden exacerbarlos.
En
cualquier caso, nadie está a a salvo de ser víctima de una
catástrofe natural. Por lo tanto, la reducción del riesgo de
desastres concierne a todo el mundo, desde los campesinos hasta los
jefes de estado, desde los banqueros hasta los abogados, desde los
meteorólogos hasta los jefes de medios de comunicación.
Por
ese motivo, el Día Internacional para la Reducción de Desastres se
estableció con
el propósito de concienciar a los gobiernos y a las personas para
que tomen medidas encaminadas a minimizar estos riesgos, como su
prevención y mitigación, e incluyan actividades de preparación.
Fuente:
ONU